28/4/08

Mensaje Pascual del Arzobispo Innokentij

Padres, hermanos y hermanas bien amados en el Señor, como el fuego del Santo Sepulcro que desciende cada Sábado Santo, abrasa en un instante una multitud de cirios e ilumina la basílica de la Resurrección en Jerusalén, así las palabras de la salutación pascual, pronunciadas con triunfo la noche de la Santa Pascua en cada iglesia ortodoxa, inflamen nuestros corazones de gozo y de alegría.

¡La alegría de la Pascua del Señor es única e incomparable! Nos trae la noticia de la reconciliación del hombre con su Creador, la promesa de los bienes que están por venir, el sabor anticipado de la plenitud del ser que espera en la eternidad a todos los que aman a Dios y siguen sus mandamientos. Ella nos hace participar en el camino del Salvador del universo, desde su Pasión en la Cruz hasta su Resurrección victoriosa de entre los muertos.

Guardemos esta alegría como la pupila del ojo, como el bien más preciado que nos ha sido dado en la tierra. Llevémosela a nuestros allegados y sobre todo a los que están en la ignorancia, en la duda, en la aflicción, en la incredulidad o en el miedo. Regocijémosnos en estos días santos no solamente en las palabras, sino también, por medio de todas nuestras acciones y de toda nuestra alma, anunciemos la Resurrección al mundo frio y sin fe.

De todo corazón, les dirijo, padres, hermanos y hermanas bien amados en el Señor, queridos hijos de la diócesis de Corsún de la Iglesia Ortodoxa Rusa, todos mis mejores votos con ocasión de la Pascua del Señor. Con todo mi ser les saludo:

¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡EN VERDAD HA RESUCITADO!


+ Innokentij, arzobispo de Corsún,
Pascuas de Cristo, 2008 - París

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