28/3/08

Rouskaïa Mysl´: Una entrevista con el Patriarca de Moscú Alexis II

En su edición de fecha 21 de marzo de 2008 (Nº 4690), el semanario en lengua rusa Rousskaïa Misl´ ("El Pensamiento Ruso"), cuya oficina central está en París, publica una entrevista exclusiva que le concedió el Patriarca de Moscú Alexis II, primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El Servicio Ortodoxo de Prensa (SOP) ha reproducido el texto íntegro de esta entrevista en una traducción francesa realizada por sus servicios. Las declaraciones del Patriarca fueron recogidas por Víctor Loupan.


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A la edad de 78 años, Alexis II ha festejado en 2oo6 sus cuarenta y cinco años de episcopado. Sucesivamente obispo de Tallin, en Estonia, de la que su familia es originaria y luego metropolitano de Leningrado (hoy retornado a su denominación original: San Petersburgo), también dirigió la Cancillería Patriarcal desde 1964 hasta 1986, antes de ser consagrado Patriarca de Moscú, en junio de 1990 (SOP 149.1).

Desde esta fecha, efectuó una labor pastoral trascendente, recorriendo Rusia a lo largo y a lo ancho, y presidiendo siete asambleas episcopales, en el curso de las cuales han sido canonizados centenares de santos y, particularmente, numerosos mártires y confesores de la fe en la Rusia del siglo 20.

Durante el mismo período, la Iglesia Rusa, bajo su impulso, ha abierto o reabierto una cuarentena de diócesis, unas quince mil parroquias, unas setenta escuelas de formación teológica y pastoral, y cerca de quinientos monasterios.

No obstante, la situación de esta Iglesia se revela compleja ya que, a pesar de sus 60 a 80 millones de fieles –pero apenas un poco más del 5% de practicantes, según los datos disponibles- y su recobrado lugar en la vida política y social del país, nada la ha preparado para los desafíos modernos, como lo muestran las tensiones que la atraviesan sobre cuestiones tales como la actitud que hay que adoptar frente al pasado soviético, las relaciones Iglesia-Estado, la renovación litúrgica, el diálogo ecuménico…



Víctor Loupan: El número de fieles de la Iglesia Rusa no ha sido jamás tan importante como en la actualidad. ¿Acaso la Iglesia Rusa tiene verdaderamente los medios para ocuparse de esta diáspora de varios millones de fieles? Sabemos bien que no dispone de bastantes lugares de culto ni de sacerdotes para ello…

SS Patriarca Alexis II: Es motivo de gozo saber que, durante estos últimos años, los rusos que viven en el extranjero se sienten atraídos por la Iglesia. Recibimos peticiones de numerosos países para abrir allí parroquias y enviarles sacerdotes. Cuando esto corresponde a una necesidad pastoral evidente, respondemos favorablemente a estas peticiones. Puesto que hoy tenemos la posibilidad de asegurar en todas las parroquias la presencia de un sacerdote. En lo que se refiere a las iglesias, se trata de una cuestión más delicada, porque hacen falta, por supuesto, medios materiales para construirlas o para alquilar lugares de culto. Pero, sin embargo, esta segunda cuestión es resuelta también con éxito. Abrimos hoy iglesias rusas en numerosos países, especialmente en Europa Occidental.

VL: Entre los miembros de la diáspora hay inmigrados que no sólo proceden de Rusia, sino también de Moldavia, de Ucrania, de los Países Bálticos. En estos países asistimos a verdaderos conflictos entre la Iglesia Rusa y otras jurisdicciones ortodoxas que aspiran a los mismos territorios. ¿Existe un modo para superar estas situaciones difíciles? ¿La Iglesia Rusa, que cuenta sin embargo con decenas de millones de fieles, no está condenada a ceder sus posiciones bajo la presión de las fuerzas nacionalistas locales?

PA: En los países en cuestión que, históricamente, forman parte del territorio canónico del Patriarcado de Moscú, la enorme mayoría de los fieles desea mantener la unidad con la Iglesia-madre. Las pretensiones de otras jurisdicciones al respecto de estas regiones son dictadas, como suele ser habitual, por consideraciones no eclesiales, sino políticas. No encuentran apenas apoyo en el seno del pueblo de Dios. Los dirigentes políticos deben de tenerlo en cuenta. Y si los intereses políticos no vienen a interferir en los asuntos eclesiales, no habrá ninguna presión sobre las comunidades ortodoxas locales que tranquilamente podrán continuar viviendo y celebrando, sin tener nada que temer. La única salida posible a las situaciones conflictivas que surgen en el seno del mundo ortodoxo será que las Iglesias territoriales respeten los santos cánones.

VL: Hubo recientemente unas elecciones presidenciales en Rusia. ¿Cuál es el papel de la Iglesia Rusa en la vida política del país?

PA: El pueblo ruso eligió a un nuevo presidente. Es un acontecimiento importante en la vida del país, en la medida principal del curso político, del desarrollo económico, de la colaboración entre el poder y la sociedad, así como entre el Estado y las instituciones religiosas, entre ellas la Iglesia Ortodoxa Rusa, todo lo cual depende ampliamente del Jefe del Estado.

La Iglesia, en su plenitud, no ofrece una preferencia por tal o cual candidato, por tal o cual partido, de tal modo que ella no los sostiene en su lucha política por el poder. En este sentido, la Iglesia está apartada de la política. Pero esto no significa que sea indiferente a la vida del país, a la suerte del pueblo. No podemos dejar de expresar nuestras inquietudes en cuanto a los medios que son empleados en el combate político, en cuanto a los valores morales sobre los cuales se construye nuestra vida política. Ésta no puede ser transformada en un “asunto sucio”, suscitando el descontento y la indignación de la gente humilde. Hoy, la Iglesia, que no está siendo molestada por ningún control o presión de parte del poder temporal, tiene la posibilidad de expresarse para defender la justicia y la equidad. Nuestros obispos, nuestros sacerdotes y nuestros laicos actúan en este sentido, de manera activa, en el ámbito de diferentes foros, en los medios de comunicación y en su contacto diario con las personas.

La autoridad de nuestra Iglesia en nuestra sociedad ha sido modelada por mil años de historia. A pesar de las tentativas del poder soviético por destruir la fe en el corazón de los hombres, nuestro pueblo ha conservado una actitud particular con respecto a la Iglesia, atenta a su voz, que demuestra los valores espirituales y morales tradicionales, propios de nuestro pueblo.

VL: Usted ha mantenido conversaciones regulares con el presidente saliente y, probablemente, ni siquiera a nivel oficial. ¿Acaso este último, siendo ortodoxo, escuchaba los consejos o recomendaciones de la Iglesia Rusa?

PA: Durante el período en que Vladimir Putin ha dirigido el país, hemos mantenido encuentros en varias ocasiones para discutir sobre cuestiones capitales para la sociedad y para la Iglesia. Estoy persuadido que el presidente que concluye su mandato es un hombre que actúa de manera sincera por el bien del país, que se preocupa de la gente, que comprende hasta qué punto es importante para nuestro pueblo el aspecto moral y espiritual de su vida. Bajo su presidencia, las relaciones entre la Iglesia y el Estado adoptaron la forma de un diálogo positivo y de una colaboración que ha ido ensanchándose.

En noviembre pasado, con motivo de la conmemoración del restablecimiento del Patriarcado, se mantuvo estrechamente al lado de los miembros del episcopado y de los representantes del clero. Dijo de manera sincera, muy cordial, que estaba dispuesto a encontrar soluciones a toda una serie de cuestiones complejas que le planteábamos. Tiene también la costumbre habitual de hablar con los sencillos fieles, cuando visita las iglesias. Estoy convencido que en el futuro mantendremos con Vladimir Putin buenas relaciones, y que todavía juntos y más de una vez haremos un servicio por el bien de la Patria y de nuestro pueblo.

VL: A las terribles persecuciones contra la Iglesia bajo el régimen soviético sucedió una época de brutalidad social y de descomposición moral de la sociedad. ¿Podemos decir hoy, por fin, que ha comenzado un período de curación?

En nuestra sociedad, la brutalidad y la maldad cohabitan con la misericordia y el amor que está presto a ir hasta el sacrificio; el pecado y el vicio cohabitan con el arrepentimiento y la virtud. ¿Qué es lo que finalmente es más fuerte: la unidad o el aislamiento, la compasión o la codicia, la fidelidad o la indiferencia? Esto depende de nuestros esfuerzos, de la orientación que nosotros le demos. Pienso que nuestros compatriotas siguen hoy el camino del renacimiento moral. Usted sabe, actualmente, no es raro que se critique a los jóvenes cuya infancia y adolescencia se desarrolló en la época de los cambios de los años 90. Pero son nuestros hijos, y deberemos responder por su educación cuando el Juicio final.


Cuando hablo con la juventud compruebo con alegría que tenemos un relevo digno de este nombre que va en aumento. La impulsividad, el rechazo de las cosas falsas, la propensión a realizar hazañas, son muchas de las cualidades propias de la juventud. Desgraciadamente, algunos intentan desviar esta energía, que ha sido dada por Dios para hacer el bien, en provecho de la satisfacción de pasiones sombrías. Mas, como dice Nuestro Señor mismo, “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen una de esas piedras que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 18, 6). Si logramos reforzar a nuestros hijos en el camino del Señor (2 Par 17, 6), entonces tendremos un futuro delante de nosotros.

VL: ¿Qué papel social puede representar la Iglesia en la sociedad moderna? ¿Debe ocuparse de la educación de los niños, de la suerte de los ancianos, de los enfermos, de los indigentes y de los minusválidos? ¿O bien, la Iglesia debe de preocuparse exclusivamente de los aspectos espirituales de la existencia?

PA: Los discípulos de Cristo no pueden permanecer impasibles ante los sufrimientos de sus prójimos. Todo lo que concierne a la vida humana, todo lo que turba a los hombres, no puede dejar de inquietar a la Iglesia, que despliega un empeño activo en el compromiso de la acción benéfica. Pero el estado general de la persona está vinculado a su entorno espiritual. Un hombre puede ser muy rico y, al mismo tiempo, profundamente desgraciado, porque –según las palabras del Señor-: “Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes” (Lc 12, 15). La Iglesia testimonia la prioridad de las cosas celestes sobre las cosas terrestres, de lo espiritual sobre lo material. “Buscad primero su Reino y su Justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6, 33), nos enseña el Señor. No es posible alcanzar el Reino de los cielos si no es por medio del cumplimiento del mandamiento de amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo (Mc 12, 30-31)

VL: En la Rusia anterior a la Revolución, existían hospitales, hospicios y orfanatos de los que se ocupaban monjas, enfermeras y laicos próximos a la Iglesia. ¿Tal tradición puede volver a verse hoy en Rusia, y si la respuesta es sí, cómo?

PA: Esta tradición ya está renaciendo, por otra parte, desde hace bastante más de un año. Más lentamente de lo que desearíamos, posiblemente. Pero contamos con hospicios y orfanatos, comedores y equipos de ayuda social, servicios de asistencia para drogadictos y alcohólicos, consultas jurídicas, puntos de distribución de ropa y otros sistemas de servicio al prójimo. Las instituciones sociales y los grupos de voluntarios trabajan cerca de los monasterios y parroquias de nuestra Iglesia. Entre la gente que es sensible a las desgracias de los otros, hay numerosos jóvenes.

¿Qué hacer para que la acción benéfica se desarrolle? Es indispensable trabajar, incluido sobre uno mismo. Es necesario aprender de la compasión respecto de aquellos que necesitan de nuestra ayuda, de nuestro apoyo. Acordémonos de la advertencia del apóstol: “Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: `Idos en paz, calentaos y hartáos´, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta” (St 2, 15, 17).

VL: En la sociedad occidental contemporánea hay tendencias que incitan a una secularización radical, pero que se enfrentan cada vez más con una resistencia de los creyentes cristianos. Así, la Iglesia católica convoca a sus fieles a resistir sobre cuestiones como el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, etc. ¿Cuál es el punto de vista de la Iglesia Ortodoxa Rusa respecto de esta actitud? En general, los cristianos participan en los comicios políticos y, por consiguiente, también pueden tener una influencia sobre la ideología de las personas que se presentan a estas elecciones, incluso tener una influencia sobre su carrera…

PA: Un rechazo agresivo de la fe se manifiesta en numerosos países. Rusia no es una excepción. Y no son únicamente los responsables católicos, sino también los representantes de las religiones tradicionales en general, quienes están inquietos ante este fenómeno. Además, cuando no es sólo el papel de la religión en la vida pública lo que está siendo contestado, sino igualmente los fundamentos mismos de la moral.

¿Cómo hacer concordar la libertad y la moral, los derechos del hombre y la responsabilidad del hombre hacia su prójimo? Nuestra Iglesia reflexiona mucho sobre estas cuestiones, tanto en su seno como en el marco del diálogo que ha establecido con representantes de otras religiones y de otros puntos de vista filosóficos. Es a esta serie de cuestiones a las que ha sido dedicado el 10º congreso ruso mundial. Estas cuestiones también han sido igualmente abordadas durante la cumbre internacional interreligiosa, que reunió a responsables religiosos del mundo entero, reunidos en Moscú en julio de 2006. Para terminar, hablé de estos problemas en octubre del año pasado ante la sesión plenaria de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Espero que mi voz haya sido escuchada.

Y no es por casualidad si, hoy, el Consejo de Europa presta cada vez más atención a la opinión de las comunidades religiosas. Por otro lado, no puede uno sino asombrarse al constatar que, en su tentativa por relegar los valores religiosos y espirituales fuera de la vida pública, la ideología secular que suplantó al régimen soviético, a pesar de todo su ateísmo, se pronunciaba a favor de un reforzamiento de la moral en la sociedad. La experiencia de nuestra Iglesia, que ha sufrido el curso del siglo 20 a causa de las persecuciones, lo testimonia de una manera muy clara: una sociedad donde no hay lugar para Dios y para la fe no tiene futuro. Y cuando, actualmente, se trata de justificar y de transformar en norma de vida la infidelidad conyugal, las relaciones fuera del matrimonio, la propaganda de la violencia, la droga, el aborto, las “uniones” entre personas del mismo sexo, la eutanasia, la Iglesia defiende una posición de alerta afirmando que este camino no conduce a ningún camino si no es hacia la desgracia.

Así mismo, estimo que una de las causas principales de la crisis demográfica en la cual se encuentra Europa reside en el debilitamiento de la moral. Y no hay más que una salida: hay que dejar de considerar la moral como algo impuesto desde el exterior, superado e inútil. La moral es la sabiduría de los siglos pasados. No hay que insistir más en que la religión quede encerrada dentro de los muros de las iglesias. Los creyentes, del mismo modo que los ateos y los agnósticos, tienen el derecho a ejercer una influencia sobre la vida de la sociedad, sobre su destino. Espero que el diálogo entre los hombres de diferentes religiones y los hombres sin religión permita una revitalización de los pueblos más moral, más digna y más libre, y en particular más libre de los estereotipos heredados de las ideologías sin dios.

VL: En la campaña preelectoral americana, Dios tiene, por decirlo de alguna manera, una participación activa. Todos los candidatos pretenden convencer a los electores de que ellos son creyentes convencidos. ¿Considera que también en Rusia haya que promover la creación de un poderoso lobby ortodoxo, fuera de los partidos, con el fin de influir en la evolución política del país?

PA: No hay que hacer de la religión un instrumento del combate político. Con el fin de evitar tales derivas, las asambleas plenarias del episcopado de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en 1994 y en 1997, prohibieron a los miembros del clero ser candidatos en las elecciones, participar en las campañas electorales y adherirse a partidos políticos. La misión de la Iglesia es unir a los hombres y las mujeres por encima de las barreras políticas. Tratamos de cumplir las palabras del apóstol Pablo: “Estad en paz con todos cuanto sea posible, tanto como dependa de vosotros” (Rom 12, 19).

La Iglesia ejerce una influencia en la vida del país no participando en el combate político, sino reforzando los fundamentos espirituales y morales de la existencia humana y de la nación entera, incluida la clase política. Para mí está claro que, cualquiera que sea la fuerza de un supuesto “lobby ortodoxo”, si el nivel moral de la sociedad queda bajo, su utilidad será nula. Hasta podría mutar interiormente y hacerse una parodia del activismo social cristiano. Sí, los laicos pueden y deben participar en el trabajo de los órganos de poder y de las organizaciones políticas. Además, la fe siempre ha sido un estímulo para el compromiso en la vida pública y con las responsabilidades cívicas. Pero, lo repito, un trabajo tal de los laicos sólo tendrá sentido y sólo obtendrá sus frutos si está fundado sobre un auténtico renacimiento espiritual de la persona, sobre su “eclesificación”.

VL: El éxito de la película “La Isla” habla por sí mismo. ¿La sociedad rusa se tornó religiosa? ¿Cómo podemos calificar la relación del ciudadano ruso medio con Dios y con la fe ortodoxa?

PA: La gente continúa acercándose a la fe. Considero como prueba los resultados de las encuestas de opinión, así como la experiencia que he podido adquirir a través de conversaciones. Cada uno llega a Dios por un progreso que le es personal. Unos se convierten después de haber experimentado un vacío existencial o haber atravesado por una multitud de sufrimientos; otros después de haberse dado cuenta que la riqueza, la gloria, el poder, no hacen la felicidad…

¿La sociedad rusa es religiosa? Pienso que sí. Mire usted, decidí que se plantease a un cierto número de personas la pregunta siguiente: ¿cuánto dinero necesita para satisfacer sus necesidades? En sus respuestas no mencionaban cantidades de dinero astronómicas. Uno quería la cantidad justa para poder restaurar su apartamento, otro ayudar a sus padres. Ninguno deseaba hacerse construir un castillo o adquirir un pedazo de tierra en el extranjero. Dicho de otro modo, lo importante para las personas no son los bienes terrenales, ni pasar su vida entera detrás de ellos. Los valores del Evangelio, a pesar de los esfuerzos de los responsables de la ideología atea, fueron mantenidos en nuestro pueblo, incluso durante la época soviética. Están todavía muy presentes actualmente en Rusia, a pesar de todas las tentaciones. La mayoría de los habitantes del país ha sido bautizada en la Iglesia Ortodoxa, millones de entre ellos participan en la vida litúrgica de nuestra Iglesia.

Creo sinceramente que nuestra sociedad puede renacer, ofreciéndose a todos el ejemplo de un compromiso noble con vistas a alcanzar un mundo sin odio, la verdad sin ideas preconcebidas y la compasión sin artificios. Esto llegará a producirse, la respuesta depende de cada uno de nosotros, los que amamos la ortodoxia y Rusia.

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